lunes, 16 de julio de 2018

Cinco gallinas... y un tranvía.

     “Cinco gallinas y el cielo” es una película estrenada en el año 1957 que nos permitió por primera vez, a todos los amantes de los tranvías que no conocimos ese medio de transporte, viajar en uno de ellos aunque sea a través de la pantalla de la televisión.


      Dirigida por Rubén W. Caballotti, el film se inicia con un ladrón de poca monta que roba cinco gallinas de un laboratorio que estaba probando en ellas una droga que daría audacia a los hombres. A partir de ese hecho, la historia se divide en tres episodios: el primero protagonizado por Irma Córdoba, el tercero por Narciso Ibáñez Menta, y el segundo, que es el que nos interesa en este caso, por un grande de la escena nacional, aquel que brilló en los sainetes de los teatros porteños y delante de las cámaras en la época de oro del cine argentino; me refiero a don Luis Arata.

Don Luis Arata posando delante del coche 1912 de Transportes de Buenos Aires para el fotógrafo de la revista Radiolandia.

      Arata interpreta a don Zerpo, un motorman que hace treinta y cuatro años viene haciendo el mismo recorrido en el mismo tranvía. En un alto en su trabajo, almuerza un puchero hecho con una de aquellas gallinas robadas al laboratorio. Ya en su puesto de conducción, la droga hace efecto y la audacia que esta le provoca hace que decida salirse de su recorrido para llevar a pasear por toda la ciudad a una abuela y su nieta, arriesgándose a un seguro despido. 

Captura de pantalla de una escena del film.

      En pleno paseo, el tranvía es interceptado por la policía con el fin de inyectarle un antídoto que lo vuelva normal. En ese momento, Don Zerpo se da cuenta que, sin querer, había regresado a su viejo recorrido; ni una droga que lo había vuelto audaz pudo hacer que se saliera de él. Una historia simple, pero un mensaje fuerte: una persona que pasó la mayor parte de su vida en un lugar del cual no pudo escapar o no se animó a salir.


      Aquel que no se haya emocionado hasta las lágrimas con la actuación final de Luis Arata, seguramente es porque no ha vivido lo suficiente para entender su mensaje.

Otra captura de pantalla y el tranvía paseando por La Boca.

      La película fue filmada en plena época de la empresa estatal Transportes de Buenos Aires, pero el coche, el 1912, que luce el plateado oficial y banda azul, supo vestir los colores de la Compañía de Tranvías Anglo Argentina. Fue construido en el país, en los Talleres Caseros de la empresa, sobre truck Brill E-21, y al momento de la filmación ya llevaba unas cuatro décadas sobre los rieles porteños; su jubilación estaba cerca, igual que la de Don Zerpo.

 Escenas de la película; en una de ellas puede verse el interior del tranvía. 
   
     Finalizo con una edición de la película realizada de modo que puedan verse de manera continua las escenas en las que aparece el tranvía.


Marcelo Pablo Scévola (investigación)

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